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La leyenda del Puente Blanco en San Cristóbal: sacrificios humanos y magia bajo sus cimientos

La historia oculta de un puente que ha desafiado al tiempo y la naturaleza gracias, según la leyenda, a rituales antiguos y cabezas humanas enterradas bajo sus bases.

En el corazón de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, se encuentra el Puente Blanco, también conocido como Puente Utrilla, una obra arquitectónica del siglo XIX que cruza el Río Amarillo. A simple vista, parece un puente colonial más, pero en sus cimientos guarda una historia que ha sido transmitida de generación en generación, cargada de misterio, magia y sacrificio humano.

Una construcción imposible

Corría el año 1865, cuando el entonces gobernador Miguel Utrilla encomendó la construcción de un puente que resistiera las crecidas del río, pues las estructuras anteriores eran arrasadas por la fuerza del agua. Para lograrlo, contrató al maestro albañil Basilio Ruiz, originario de Chiapa de Corzo.

Pero la tarea no era sencilla. Los primeros intentos fracasaron: la corriente tumbaba los pilares o el puente colapsaba al poco tiempo. Preocupado y frustrado, Basilio acudió al consejo de un brujo tzotzil de Chamula, quien le reveló un oscuro secreto: si el puente debía durar para siempre, debía alimentarse con vidas humanas.

El ritual del sacrificio

La leyenda cuenta que para fortalecer los cimientos del puente, se enterraron cabezas humanas bajo sus bases. Algunos relatos dicen que fueron siete personas las sacrificadas: prisioneros o incluso personas engañadas para ir al lugar de la obra. Según la tradición oral, cuando caía la noche, se hacían ceremonias en secreto y las cabezas eran colocadas dentro de los moldes de piedra y cemento.

Los materiales del puente también se salían de lo común: baba de nopal, cal, arena del río y claras de huevo fueron mezclados en una fórmula “mágica” que aún hoy causa asombro por la resistencia de la estructura.

El puente eterno

Gracias al cumplimiento del macabro ritual, el puente fue inaugurado en 1866. Desde entonces, el Puente Blanco ha resistido el paso del tiempo, las lluvias torrenciales, terremotos e incluso revoluciones. Ha sido testigo de la historia viva de San Cristóbal: desde el paso del ejército zapatista en 1994, hasta marchas y festivales.

Los cronistas cuentan que el puente nunca más se cayó, y la leyenda sobre sus sacrificios permanece viva en la memoria popular. Algunas personas aseguran que, en noches silenciosas, se pueden escuchar susurros o lamentos cerca del agua, como un eco de las almas que reposan bajo sus piedras.

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