
Para nadie es secreto que en estos tradicionales días de ‘Todos los Santos’, en muchos hogares mexicanos se instalan los altares que se adornan con cruces, fotografías del o los muertos en la familia, veladores prendidas, flores en papel picado de colores negro, naranja y blanco.
En los pueblos pequeños, ejidos o rancherías, la gente utiliza el incienso o copal, vasos llenos de agua, arco de flores o frutas, una cruz, pan, calabaza, y alguna bebida que al difunto o difunta le agradaba.

El día de muertos tiene su origen en las raíces indígenas de las culturas autóctonas de Mesoamérica, según los historiadores, para fusionarse con las creencias católicas y dar lugar a una festividad que sigue evolucionando con el paso del tiempo, dijo el escritor chiapaneco Enrique Orozco González, el ‘Cuentero mayor’.
Agregó que el culto a la muerte era común entre las culturas prehispánicas; en México la muerte se celebra en los días de ‘Todos los Santos’,1 y 2 de noviembre, se celebra el supuesto regreso de los que murieron y sus deudos para recibirlos adornan los altares, panteones y hasta calles tapizadas de anaranjado con flor de cempasúchil, comida, bebida, música, calaveras y catrinas, todo eso, para honrar la memoria de los que ya no están.

La costumbre de los mexicanos es creer que sus familiares fallecidos vuelven por un día del inframundo al mundo de los vivos, son esperados desde la noche del 31 de octubre y se supone que conviven con los vivos todo el día primero., cuando bajan las almas de los niños, y al llegar la noche para esperar el día de ‘Todos los Santos’, hay un supuesto reencuentro con las almas de los muertos adultos, terminó diciendo el ‘Cuentero mayor’ chiapaneco.