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Estudian las rocas para prever riesgos sísmicos

El doctor Pierre Lacan habla con las piedras y éstas le revelan sus secretos. El investigador del Centro de Geociencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) Campus Juriquilla explica que las rocas permiten conocer el pasado de la tierra, cuando la humanidad no existía y este planeta era diferente, ello con el objetivo de prevenir potenciales riesgos por fenómenos naturales futuros.


El doctor en Ciencias refiere que en ningún lugar se puede decir que no tiembla. En todos los sitios se pueden registrar sismos, pero hay lugares donde estos fenómenos se presentan con mayor frecuencia, como la costa de Pacífico Mexicano. Hay otras zonas, como el norte del Estado de México, donde se sabe que hay sismos, en promedio, cada 400 años, porque hay muchas fallas que producen sismos cada 3 mil o 4 mil años.


“En Querétaro hay varias fallas. Estamos analizando cada cuánto producen sismos. Aquí la probabilidad es mucho más baja que en la Ciudad de México o Guadalajara, pero decir que no puede pasar no es tan sencillo. No es cuestión de asustarse, sino de prepararse”, puntualiza.


Entender fenómenos del pasado permite una mejor comprensión de los eventos que podrían ocurrir en el futuro. Utilizar las experiencias del pasado para saber cómo actuar, explica.

“Las rocas, el libro de la tierra”

Las rocas permiten saber la historia de la tierra. El investigador francés explica que, si se va al campo, se pueden ver capas de ceniza, unas finas de pequeñas erupciones, pero también otras grandes que se sedimentan en millones de años. Así, con equipo adecuado se puede tener acceso a información de erupciones de miles de años.


“Estas capas de cenizas las encontramos en Querétaro, San Miguel de Allende, y San Juan del Río; podemos imaginar el tamaño de la erupción que provocó esa capa. Entonces vamos a reconstruir la historia de los fenómenos geológicos”.


“Funciona para rocas volcánicas, pero también para las calizas. Estas se formaron en el fondo del océano y cuando vemos la Sierra Gorda, en Jalpan, a 500 metros sobre el nivel del mar con rocas calizas, sabemos que era un océano. Hubo una colisión de placas que hizo que los sedimentos en el fondo del mar se plegaran y se levantaran. Así reconstruimos la historia de las cadenas montañosas: usamos las rocas como un libro, como la escritura para conocer la historia de la tierra”, explica.


Subraya que cuando se estudian estos fenómenos del pasado y se entienden, se pueden hacer prospectivas. Por ejemplo, alrededor del volcán Popocatépetl desde hace 15 años hay erupciones importantes, pero con columnas que nunca rebasaron los cinco kilómetros. Ello haría pensar que el peligro de las erupciones se limita a esos 5 mil metros de altura, entonces se debe hacer un perímetro de seguridad de ciertos kilómetros.


“Si vemos en el pasado más antiguo, 10 mil o 100 mil años, hubo erupciones más importantes en el Popocatépetl que sepultaron el territorio donde actualmente está asentada la ciudad de Puebla. No sabemos cuándo, pero poniendo sismógrafos podemos ver los movimientos dentro de la cámara magmática y saber si un día se llena suficientemente que den señales de una erupción inminente y podemos tomar decisiones de evacuación”, explica.

Descifrar el futuro desde el pasado

Lacan enfatiza que las rocas son diferentes. Como las piedras calizas con pliegues y sin dibujos, parecidos a los corales que se pueden apreciar en el mar, pues un día estuvieron ahí. Gracias a estos fósiles se puede saber la edad de esas piedras, como un detective que busca pistas y poco a poco descubre qué tipo es y su edad. Además, se aprecian sus microfósiles y minerales.


En su especialidad utiliza este registro para encontrar terremotos prehistóricos. Ello porque hay fallas que tienen movimientos muy lentos que van a producir terremotos cada mil o cada 10 mil años.

Pone como ejemplo una zona del Estado de México donde hay muchas fallas, pero no hay memoria humana de terremotos. Cada 3 o 4 mil años pueden tener un movimiento importante. Tal es el caso del sismo de Acambay el 19 de noviembre de 1912, donde nunca había ocurrido un sismo, provocando gran destrucción.


Viendo los sedimentos que tienen miles de años y que fueron desplazados por una falla, se puede saber cuándo ocurrieron los sismos en el pasado y saber cuáles fallas pueden generar sismos a futuro, enfatiza.


“Utilizamos esta información analizando los minerales, las piedras, los sedimentos, para entender la historia de la tierra e identificar los peligros que podemos tener en términos de volcanes, de sismos, de deslizamientos, hundimientos, inundaciones. Todo eso lo podemos descubrir gracias a esta lectura de la tierra”, precisa.

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