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México redefine su política industrial con enfoque estratégico y sustentable

El gobierno federal impulsa una política industrial basada en innovación, desarrollo regional y transición energética, con el objetivo de fortalecer el crecimiento económico y posicionar al país como un actor clave en la relocalización de cadenas de valor.

Nueva era para la industria mexicana

La política industrial en México atraviesa una etapa de transformación. A partir de 2022, la Secretaría de Economía, encabezada por Raquel Buenrostro, lanzó una estrategia renovada que apuesta por la innovación, la sostenibilidad y el fortalecimiento de las cadenas de proveeduría. Esta política busca integrar a México en las dinámicas del nearshoring y responder a los retos globales en materia de tecnología y medio ambiente.

Ejes de la estrategia

El enfoque de la nueva política industrial se basa en cinco ejes estratégicos:

  1. Desarrollo de infraestructura industrial y tecnológica.
  2. Impulso a la digitalización y automatización de procesos.
  3. Fomento a las inversiones regionales para cerrar brechas territoriales.
  4. Transición energética y producción sostenible.
  5. Formación de talento humano con habilidades del siglo XXI.

Esta política se apoya en la coordinación con estados y municipios para detonar polos de desarrollo, particularmente en regiones como el sureste mexicano y el norte del país, donde se han detectado oportunidades para atraer inversiones extranjeras derivadas del nearshoring.

Nearshoring, la gran oportunidad

México se ha convertido en uno de los principales destinos del fenómeno del nearshoring, gracias a su ubicación estratégica y sus tratados comerciales, en especial el T-MEC. Empresas de Estados Unidos, Europa y Asia están relocalizando parte de su producción en territorio mexicano para acortar tiempos logísticos y reducir costos, lo cual representa una ventana histórica para consolidar una base industrial moderna y resiliente.

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Retos y perspectivas

A pesar de los avances, México enfrenta desafíos importantes como la necesidad de mejorar la infraestructura energética, garantizar el estado de derecho y fortalecer la seguridad en corredores industriales. Organismos como la CANACINTRA y el CCE han señalado que es vital crear un entorno regulatorio claro y competitivo para mantener el ritmo de inversión.

A mediano plazo, la política industrial mexicana busca no solo ser una estrategia económica, sino también una herramienta de justicia social, que genere empleos bien remunerados y reduzca las desigualdades regionales.

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