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¿Por qué repicaron campanas tras muerte del Papa Francisco?

El repique de campanas tras la muerte del Papa Francisco simboliza el luto global de la Iglesia y marca el inicio de una nueva etapa en el Vaticano.

El fallecimiento del Papa Francisco conmociona al mundo católico

Este lunes 21 de abril, el Vaticano confirmó la muerte del Papa Francisco a los 88 años de edad. De acuerdo con la Santa Sede, el Pontífice sufrió un ictus cerebral que lo llevó a un estado de coma, seguido por un fallo cardiorrespiratorio irreversible. La noticia provocó reacciones inmediatas a nivel mundial, marcando el comienzo de un periodo de luto profundo en el seno de la Iglesia católica.

Uno de los primeros signos visibles de duelo fue el repique de campanas en diversas catedrales del mundo. Desde la madrugada del lunes, se escucharon campanas en templos de Roma, París y la Ciudad de México. En la Catedral Metropolitana capitalina, el campanero mayor Ernesto Pérez hizo sonar las campanas pasadas las 3:00 a.m., mientras que en Notre Dame, en París, se realizaron 88 repiques, número que coincide con la edad del Papa al momento de su fallecimiento.

El simbolismo del “toque a muerto” en la Iglesia católica

La tradición de tocar campanas tras la muerte de un Papa se conoce como “toque a muerto” o “campanadas de luto”. Esta práctica litúrgica tiene como objetivo anunciar de manera solemne el fallecimiento del líder espiritual de los católicos y manifestar el dolor colectivo de la comunidad. Además, representa un llamado a la oración y a la reflexión ante la partida del sumo pontífice.

En este caso, el número de repiques—88—fue determinado de manera simbólica, representando los años de vida del Papa Francisco. Esta práctica histórica reafirma los vínculos entre las catedrales del mundo y el Vaticano, consolidando la unidad de la Iglesia en momentos de transición.

Un homenaje global al legado del Papa Francisco

En Roma, la basílica de Santa María La Mayor también realizó un homenaje sonoro. Este templo, señalado por el propio Francisco como su deseo de lugar de descanso final, se convirtió en uno de los epicentros del homenaje póstumo. El repique de campanas no solo funcionó como anuncio fúnebre, sino como una señal de respeto y devoción hacia el Pontífice.

A lo largo de los próximos días, se espera la realización de múltiples actos litúrgicos en su honor, además de la convocatoria al cónclave que elegirá a su sucesor. Mientras tanto, el eco de las campanas seguirá resonando como símbolo de una pérdida histórica y de un legado que marcó una era en la Iglesia católica.

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