Sabores de Belice: la fusión cultural que se saborea en cada plato
Un país muy cercano a México es Belice, conoce más de su gastronomía.


Ubicado entre México, Guatemala y el Caribe, Belice es un pequeño país que ofrece una de las cocinas más ricas y diversas de Centroamérica. Su gastronomía es un reflejo directo de su identidad multicultural, donde conviven tradiciones mayas, criollas, garífunas, mestizas y británicas, entre otras.
Un crisol de culturas servido en el plato
La cocina beliceña se caracteriza por su uso abundante de mariscos frescos, arroz, frijoles, especias tropicales y productos de la tierra. El arroz con frijoles es quizás el plato más icónico, cocinado en leche de coco y acompañado frecuentemente con pollo estofado o pescado frito.


Influencias africanas y garífunas aportan sabores como el hudut, un guiso de pescado con plátano cocido y leche de coco, mientras que la tradición maya perdura en tamales, tortillas hechas a mano y el uso del maíz como ingrediente esencial.
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Sabores del mar y del campo
Con una costa bañada por el Caribe y cayos repletos de vida marina, Belice ofrece una impresionante variedad de mariscos: langosta, caracol gigante (conch), camarones y pargo rojo son ingredientes habituales. El ceviche de caracol es una delicia local, fresco y picante, ideal para acompañar con una Belikin, la cerveza nacional.
En las zonas rurales y entre comunidades criollas, platos como el boil-up –una especie de estofado de pescado con huevos duros, tubérculos y dumplings– reflejan la influencia británica combinada con ingredientes autóctonos.
Dulces y bebidas con carácter local
En el apartado dulce, destacan el pan de coco, el cassava pudding y frutas tropicales como el mamey, la papaya y el tamarindo, que también se usan en refrescos caseros. El ron beliceño, en particular el producido por la marca Traveller’s, acompaña tanto cócteles como sobremesas.
Una cocina viva y cambiante
Hoy en día, la gastronomía de Belice evoluciona de la mano del turismo y la globalización, incorporando técnicas modernas sin perder su esencia local. Pequeños restaurantes familiares, puestos callejeros y resorts de lujo conviven en un país donde comer bien es parte de la experiencia de conocer su cultura.