Acacoyagua: la primera colonia japonesa en México
Desde 1897, Acacoyagua, Chiapas, se convirtió en el hogar de los primeros migrantes japoneses en México, dejando un legado cultural y agrícola que perdura hasta hoy.


Acacoyagua, en Chiapas, fue el hogar de la primera colonia japonesa en México. Fundada en 1897, esta comunidad dejó un legado cultural, económico y social que aún se celebra a través de festivales y espacios conmemorativos.
El municipio de Acacoyagua, en el sur de Chiapas, guarda una historia única: fue la sede de la primera colonia japonesa en México, establecida en 1897 durante el Porfiriato. La iniciativa fue impulsada por el almirante japonés Takeaki Enomoto, quien buscaba ofrecer a los jóvenes japoneses oportunidades laborales mediante la agricultura en tierras mexicanas.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR:
Según registros de México Desconocido y el portal Ichan del CIESAS, esta colonia surgió como un experimento de migración y colonización. Aunque no alcanzó los objetivos económicos previstos, dejó una huella cultural profunda en la región. Mientras muchos colonos regresaron a Japón, seis jóvenes agrónomos permanecieron y sembraron las bases de una comunidad que, hoy, cuenta con más de 76 mil descendientes nikkei en México.
En 1901, estos pioneros crearon el gremio agrícola San-oh kumiai, que más tarde se transformó en la cooperativa Nichiboku Kyodo Gaisha, considerada la primera empresa japonesa en México y un antecedente de la participación económica nipona en Chiapas.
Actualmente, la herencia japonesa se celebra con el festival Matsuri, que incluye torii, faroles, figuras de origami y vestimenta tradicional japonesa confeccionada por la Asociación Edumura. Además, el Parque Cultural Enomoto, frente a la presidencia municipal, alberga un obelisco erigido en 1968 en honor a los colonos, con una inscripción que refleja su perseverancia:
“Acá, donde solamente florecen las hierbas de verano, es donde lucharon los guerreros y soñaron con triunfar en la vida.”
La historia de Acacoyagua simboliza la hermandad entre México y Japón y la riqueza del mestizaje cultural, siendo un testimonio vivo del espíritu de resiliencia y comunidad que dejaron los primeros migrantes japoneses.







