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El fraylescano: el dialecto chiapaneco en peligro de desaparecer

Herencia lingüística de Chiapa de Corzo, el fraylescano resiste entre prejuicios y el olvido, con raíces sefardíes, indígenas y castellanas.

El fraylescano, también llamado ladinío o español de La Fraylesca, es una variante del español que sobrevive en el centro de Chiapas. Pese a su riqueza lingüística, está en riesgo de extinción debido a la discriminación y la falta de estudios.

Una lengua con siglos de historia lucha por sobrevivir en Chiapas

En el corazón del estado de Chiapas existe una forma de hablar que conserva palabras, sonidos y expresiones del siglo XV. Se trata del fraylescano, también conocido como ladinío o español de La Fraylesca, una variante del español que ha sido preservada durante generaciones gracias al aislamiento de esta región, especialmente en municipios como Villaflores.

A pesar de su valor histórico y lingüístico, el fraylescano enfrenta el rechazo social. Para muchos chiapanecos, hablarlo es motivo de burla o vergüenza, lo que ha provocado su paulatina desaparición. Los pocos estudios realizados hasta ahora coinciden en que esta lengua contiene vestigios del español sefardí, el castellano medieval y lenguas originarias como el zoque, el maya y el extinto idioma chiapaneco.

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Una raíz en Chiapa de Corzo y expansión a toda La Fraylesca

El origen del fraylescano se remonta a Chiapa de Corzo, donde los primeros frailes y colonos —muchos descendientes de judíos sefardíes— construyeron el primer templo católico de Chiapas en 1528. A través de la colonización y la migración, su forma de hablar se expandió a zonas como Tuxtla Gutiérrez, Acala, Suchiapa, Copoya y principalmente a La Fraylesca.

La forma en que esta variante evolucionó está marcada por su diversidad: del castellano antiguo, tomó estructuras gramaticales y fonéticas; del hebreo, ciertos giros y vocablos; y de las lenguas indígenas, el uso de términos únicos. También surgieron expresiones y palabras propias como loichi (cuerda amarrada al suelo), turicuchi (orzuelo), o diminutivos como hijitío.

Discriminación y campañas de “corrección” que la amenazan

Uno de los momentos más documentados de represión lingüística ocurrió en 1915, cuando un funcionario de apellido Cal y Mayor envió una circular criticando el “pobre” uso del idioma en Chiapas. Esto desencadenó campañas educativas para erradicar lo que se consideraba “mal español”, promoviendo la corrección de frases, construcciones y palabras típicas del fraylescano.

Expresiones como “Pa’jodélo”, “a’su mecha”, “caso quiere” y palabras como “malhaya”, “guarampo”, “jonís”, “callate”, fueron calificadas como propias de la ignorancia y reemplazadas por términos “correctos”, en una clara acción de genocidio lingüístico que aún persiste.

Rasgos únicos de un dialecto en resistencia

El fraylescano se distingue por múltiples rasgos fonéticos y morfosintácticos:

  • Supresión de la [s] y la [r] final: pué en lugar de pues.
  • Uso del voseo: vos hablás, comés, vivís.
  • Pronombres propios: usté como forma formal, vos como informal.
  • Velarización y aspiración de sonidos: ahumado se dice ajumado.
  • Palabras únicas para objetos cotidianos, y uso del diminutivo con [ía] y [ío].

Estas características hacen del fraylescano una joya lingüística con valor etnográfico, histórico y cultural, cuya desaparición representaría una pérdida irreparable.

Un dialecto que aún tiene algo que decir

Hoy, el fraylescano sobrevive en fragmentos, en las palabras de adultos mayores, en expresiones del campo, en refranes y en la memoria oral. Aunque relegado y menospreciado, este dialecto refleja una historia de mestizaje, resistencia e identidad.

Sin embargo, sin políticas de protección y estudios lingüísticos serios, su existencia corre el riesgo de extinguirse en unas pocas décadas, sin haber sido completamente comprendido ni valorado.

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