El Arco del Tiempo: un gigante natural oculto en Chiapas
Con sus 180 metros de altura, esta maravilla geológica ubicada en la Selva El Ocote es uno de los arcos naturales más altos del planeta.

En el corazón de Chiapas, dentro de la Reserva de la Biosfera Selva El Ocote, se encuentra el Arco del Tiempo, una impresionante formación de piedra que alcanza los 180 metros de altura. Esta maravilla natural, considerada una de las más grandes de su tipo a nivel mundial, se levanta sobre el cañón del río La Venta, y es un destino fascinante para quienes aman la aventura, la naturaleza y el patrimonio geológico.
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El área protegida donde se ubica el arco abarca más de 100 mil hectáreas de densa selva tropical. En su interior se esconden ecosistemas diversos, con sistemas de cuevas, ríos subterráneos y desfiladeros profundos. Entre ellos destaca el cañón del río La Venta, que se extiende por más de 80 kilómetros con paredes verticales que alcanzan hasta 400 metros, ofreciendo paisajes que parecen de otro mundo.
Para llegar al Arco del Tiempo, los visitantes parten desde Cintalapa, un poblado cercano cuyo nombre en náhuatl significa “agua bajo la tierra”. Desde ahí, se inicia una travesía que implica adentrarse en la selva por senderos poco transitados. En el recorrido, muchos optan por hospedarse en alojamientos rurales para vivir la experiencia completa. Los más intrépidos descienden por las paredes del cañón hasta la base del arco utilizando equipo especializado y guiados por expertos en rápel.
Este arco no solo sorprende por su escala, sino también por el valor espiritual y natural que representa. A lo largo de los años, ha sido un sitio de contemplación y respeto por parte de comunidades locales, que ven en él una conexión directa con la fuerza y el misterio de la tierra. El entorno que lo rodea, con su vegetación exuberante y sonidos silvestres, potencia aún más su magnetismo.
Alrededor del Arco del Tiempo se han hallado pinturas rupestres, testimonios de culturas ancestrales que habitaron la región hace miles de años. Estas manifestaciones artísticas podrían pertenecer a los antiguos pueblos zoques o incluso a comunidades olmecas, lo que resalta el valor arqueológico del sitio dentro del contexto mesoamericano prehispánico.