

El volcán Tacaná, un coloso activo que se erige majestuosamente al noreste de Tapachula, Chiapas, se alza a casi 4,100 metros sobre el nivel del mar, coronándose como la cumbre más alta de Chiapas y de todo el sureste mexicano. Este imponente volcán debe su nombre a los antiguos mames, quienes lo bautizaron como “Casa de fuego”.
La importancia del Tacaná no es solo geográfica sino también histórica y cultural. En el siglo XIX, cuando México y Guatemala definieron sus límites territoriales, se acordó que la línea internacional pasaría justo por la cima del volcán. Este acuerdo estableció que la frontera atravesaría diversas formaciones naturales, desde las selvas medias y los bosques mesófilos de montaña hasta los bosques de pino y encino que tapizan sus laderas.
A los pies del volcán, en el lado chiapaneco, se encuentra el pequeño pueblo de Talquián. Este lugar actúa como el punto de partida y llegada para los aventureros que buscan escalar o cruzar el gigantesco y majestuoso volcán fronterizo. Talquián, con su atmósfera tranquila y su gente hospitalaria, se convierte en el refugio de aquellos que desafían la altura y la inclemencia del volcán, anhelando llegar a su cima y tocar el cielo.


El volcán Tacaná, con su majestuosa presencia, no solo es un hito natural, sino también un símbolo de la rica historia y cultura que une a dos naciones. Su impresionante altitud y la biodiversidad que lo rodea lo convierten en un tesoro natural digno de ser explorado y admirado.