
En el corazón del Vaticano, bajo la majestuosa cúpula de la Basílica que lleva su nombre, yace la tumba de quien la tradición católica considera el primer Papa: San Pedro, el apóstol elegido por Jesucristo para guiar a su Iglesia. Su historia mezcla fe, sacrificio y el surgimiento de una institución que perdura hace dos milenios.
El llamado de Jesús
Simón Pedro, un pescador galileo, fue uno de los primeros discípulos en responder al llamado de Jesús. El Evangelio de Mateo (16:18-19) recoge el momento clave:
“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia… Te daré las llaves del Reino de los cielos”.
Este pasaje —fundamento bíblico del papado— señala su rol como líder de los apóstoles.
De pescador a “Piedra” de la Iglesia
Tras la crucifixión de Jesús, Pedro asumió la dirección de la comunidad cristiana, desempeñando un papel clave, predico el Evangelio en Jerusalén y Antioquía, llegando a Roma en el año 42 d.c.
En Roma después de un incendio que afecto parte de la ciudad, se acuso al cristianismo de actos vandálicos lo que ocasiono que se promulgara una persecución y reprimenda de todos los cristianos, donde Pedro fue perseguido y capturado finalmente por el emperador Néron, quien lo condeno a morir crucificado.
Más que un mártir
Pedro fue martirizado por el emperador Nerón (64-67 d.C.), crucificado cabeza abajo por petición propia, según textos antiguos por no considerarse digno de morir como su Maestro “Cristo”.
Sus restos, descubiertos bajo el altar mayor de la Basílica de San Pedro en 1950, confirman su vínculo con Roma.

¿Fue Pedro realmente “Papa”?
El término “Papa” (del griego pappas, “padre”) surgió siglos después, pero Pedro es reconocido como el Primer obispo de Roma bajo listado en la sucesión apostólica, además como un símbolo de unidad, ya que su autoridad sentó las bases del primado romano.
La evolución del papado
El liderazgo petrino no fue inmediatamente institucional:
En los Siglos I-III, los obispos de Roma compartían influencia con Antioquía, Alejandría y Constantinopla, sin embargo a través del tiempo el obispado romano fue ganando relevancia.
En el 313 d.C., el Edicto de Milán legalizó el cristianismo en el Imperio Romano e impulsó su rol político.
Fue hasta el Siglo V donde el Papa León I (También conocido como León Magno) consolido muchas de las bases del papado tal como lo conocemos hoy, ya que afirmo la importancia y relevancia de la figura Papal en lo espiritual y político.
Legado eterno
Desde la humilde barca en el Mar de Galilea hasta los palacios vaticanos, la figura de Pedro sigue siendo piedra angular para 1.400 millones de católicos. Como escribió el poeta Prudencio en el siglo IV:
“Allí donde está Pedro, allí está la Iglesia“.
Hoy, el Papa Robert Francis Prevost “Leon XIV” es el 267º sucesor de aquel pescador que recibió las llaves simbólicas.