
Una de las figuras más enigmáticas de la antigua civilización maya ha vuelto al centro de la atención gracias a una exposición única que revela detalles sorprendentes sobre su vida, su reinado y su muerte. Se trata de Tz’ak-b’u Ajaw, la consorte de Pakal y madre de dos importantes gobernantes de la región: Kan B’alam y K’inich K’an Joy Chitam, quienes marcaron la historia de Palenque, la antigua ciudad maya conocida como Lakam’ha, que en la actualidad se encuentra en el estado de Chiapas, México.
Los estudios realizados sobre sus restos han revelado nuevos aspectos de su identidad y su rol dentro de la estructura política y religiosa de su tiempo. Tz’ak-b’u Ajaw habría fallecido alrededor de los 60 años, una edad avanzada para su época, y su tumba, descubierta en la cámara funeraria de Palenque, se ha convertido en una de las más emblemáticas del mundo maya.
Uno de los hallazgos más impactantes fueron dos símbolos de la realeza maya encontrados junto a sus restos: una pequeña concha esgrafiada y un rosetón con los rasgos de un mono araña, que, combinados, formaban un medallón en el que se representaba al Dios Sol en la parte inferior del tórax. Estos elementos no solo reflejan el estatus de Tz’ak-b’u Ajaw, sino también la riqueza simbólica que poseía la elite gobernante maya, con fuertes conexiones con los dioses y el cosmos.
Además de estos emblemas, la Reina Roja, como ha sido apodada debido al color rojo de su tumba, fue enterrada con un ajuar funerario impresionante, que incluye una máscara funeraria hecha de malaquita. Esta máscara, compuesta por 119 fragmentos de piedra verde, no proviene de la región de Palenque, sino de áreas más lejanas, lo que da cuenta de las conexiones comerciales y culturales que existían entre las distintas ciudades mayas.