
A 19 años de la gran tragedia provocada por el huracán Stan en Tapachula, los deudos dejaron de recordar a sus muertos de aquel 4 de octubre del 2005 ,cuando por la madrugada las furiosas corrientes que bajan del río Coatán Grande, arrasaron con todo lo que encontraron a su paso.
Los embates de la naturaleza causaron el desastre más grande en la historia de Chiapas; después de casi 10 días de llover continuamente, los afluentes rebalsaron y se salieron de sus cauces, siendo el río Coatán Grande el que a su paso derribó árboles, casas; arrastró piedras, animales, vehículos y seres humanos, las muertes fueron incontables porque cientos de cuerpos quedaron enterrados entre las piedras, el lodo y mucho se perdieron en la boca barra del Océano Pacífico.
Tapachula fue la ciudad más perjudicada, porque miles de viviendas se habían construido en los márgenes de los ríos, todas desaparecieron entre las embravecidas corrientes de aquellas aguas que causaron muerte y destrucción, dejando varias colonias incomunicadas cuando los puentes se cayeron y desaparecieron.
Después del huracán y la tormenta que causó aquella desgracia en Tapachula y muchos de sus ejidos y colonias, llegó la calma, el lloro y el crujir de dientes; pero con el tiempo los habitantes de Tapachula empezaron a levantarse, algunos recibieron pequeñas viviendas de parte del gobierno, otros lograron comprar terrenos y construir alejados de las zonas de riesgo.
Cada 5 de octubre de cada año que pasaba, cientos de personas que perdieron algún familiar, acudía a temprana hora a la colonias Xochimilco y las Américas en donde hubo miles de muertos, llevaban algunas flores que arrojaban al río, y veladoras que encendían en la orilla; el sacerdote de la iglesia de “San Esquipulas” celebraba una misa y luego realizaban una procesión por las orillas del río. Hoy a 19 años, pocos mantienen ese recuerdo de sus muertos en aquella madrugada cuando los gallos no cantaron.