Hace 18 años, la costa y sierra de Chiapas sufrió una de las tragedias más grandes de su historia, el huracán Stan coronó la devastación que iniciaron las fuertes lluvias desde el 23 de septiembre en el 2005;los daños fueron incalculables y las muertes dejaron de contarse, porque las embravecidas corrientes de los ríos se los tragaron.
Los puentes se derrumbaron ante la enorme cantidad de agua que bajaba por los ríos Cahoacán, Coatán, Tiplillo, Chalacas, Vado Ancho, entre otros afluentes de la costa que desbordaron llevándose todo lo que encontraban a su paso, incluyendo muchas casas y sus moradores que no alcanzaron a salir.
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Era la madrugada de aquel 4 octubre negro, el viento silbaba su música de muerte y destrucción, mientras la lluvia no cesaba de caer y cantar la tragedia; Tapachula, fue uno de los municipios más golpeados por la fuerza del fenómeno natural que impactó al país y al mundo entero.
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Fueron días de pesadilla, había destrucción por todas partes, la gente que fue arrastrada por las corrientes de los ríos no volvieron a encontrarse; cuando la tormenta amainó, el Ejército y la Marina no pudieron hacer su labor de rescate de los cuerpos, habían sido llevados hasta la boca barra del mar ; otros, quedaron debajo de los muros de piedra que formaron las fuertes corrientes.
Familiares de los perdidos para siempre, recuerdan cada año la tragedia y realizan procesiones acompañados de sacerdotes que llegan a oficiar misas a la orilla del río Coatán Grande; a donde mucha gente sigue llevando flores y veladoras, en estas fechas que no se borra de sus recuerdos.
Fueron más de 42 mil familias que vivieron la tragedia de aquella madrugada del 4 de octubre del 2005,perdieron sus hogares y muchos a sus familiares; ayer, los clérigos elevaron en oraciones para que algo así, no vuelva a ocurrir nunca.
Oscar D. Ballinas Lezama
