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El principal enemigo de Chiapas es la depresión en los jóvenes 

La salud mental se ha convertido en una preocupación creciente en el estado de Chiapas, México, especialmente durante la pandemia de COVID-19, que ha agravado la ansiedad y depresión en la población. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que actualmente, el 3.8% de la población de Chiapas experimenta depresión, con un 5% en adultos (4% en hombres y 6% en mujeres), y un alarmante 5.7% en adultos mayores de 60 años.

A nivel mundial, la depresión afecta a aproximadamente 280 millones de personas, y más del 10% de las mujeres embarazadas y recién paridas sufren de esta enfermedad. Esta problemática tiene consecuencias devastadoras, ya que más de 700,000 personas se quitan la vida cada año, convirtiéndose en la cuarta causa de muerte en el grupo etario de 15 a 29 años.

El impacto de la pandemia de COVID-19 ha sido notable en la salud mental, ya que durante el primer año, la prevalencia mundial de ansiedad y depresión aumentó en un 25%, según un informe de la OMS. La preocupación por este incremento llevó a que el 90% de los países incluyeran la salud mental y el apoyo psicosocial en sus planes de respuesta a la COVID-19 y post COVID-19, como destacó el Director General de la OMS, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus.

En el contexto de Chiapas, la situación es especialmente inquietante. Según datos del año 2021, se estimó una prevalencia de depresión del 25.2% y de ansiedad del 20.5% en personas de 18 años. En la población adolescente de México, la prevalencia de síntomas depresivos llegó al 7.8%, una cifra que podría ser aún mayor si se toman en cuenta casos de abuso de sustancias y pensamientos suicidas. Para Chiapas, en ese mismo año, el 20.6% de los jóvenes experimentó síntomas depresivos, y un 31% sufrió de ansiedad, siendo más frecuente en mujeres que en hombres.

La Unidad de Atención a la Salud Mental “San Agustín” en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, ha experimentado una alta demanda de pacientes. En promedio, atiende a 10,000 personas al año, que acuden por diversas razones, como comportamientos antisociales, problemas conductuales y recomendaciones de atención psicológica o psiquiátrica recibidas a través de redes sociales o vecinos preocupados. Además, también reciben pacientes remitidos por instituciones como el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), Centros Estatales de Reinserción Social, así como mujeres o menores víctimas de violencia.

Las enfermedades mentales más recurrentes en la unidad son la esquizofrenia, los trastornos de ansiedad y la depresión. Sin embargo, también se presentan casos de trastorno obsesivo-compulsivo, problemas adaptativos, trastornos de personalidad y ansiedad relacionada con la violencia intrafamiliar. El tratamiento es principalmente farmacológico, aunque en algunos casos se requiere un seguimiento psicológico para prevenir recaídas.

La comunidad en Chiapas aún enfrenta desafíos en cuanto a la percepción de la salud mental, ya que algunas creencias culturales mantienen un enfoque místico en relación con estos problemas. Algunas personas llevan a los pacientes a la atención médica solo cuando notan comportamientos extraños, como hablar solos o creer que están poseídos por un demonio. Algunos pacientes han buscado “limpias” sin éxito antes de acudir a la atención profesional.

En medio de este panorama, hay esperanza en las historias de pacientes como Andrea, quien, a pesar de enfrentar un cuadro depresivo, ansiedad y pánico, encontró ayuda a través de la terapia. Ella compartió su proceso de sanación y hace un llamado para que más personas cuiden su salud mental sin temor a estigmatización o prejuicios.

Aunque persisten los desafíos, es fundamental continuar trabajando en la sensibilización y promoción de la salud mental en Chiapas, así como fortalecer los servicios de atención y tratamiento para aquellos que sufren de trastornos mentales. La concientización sobre la importancia de la salud mental y el acceso a atención médica adecuada son fundamentales para abordar esta problemática en la región.

ARP

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