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Flor de Candelaria: la joya amenazada de los bosques chiapanecos

El saqueo, la deforestación y el cambio climático ponen en riesgo a una de las orquídeas más emblemáticas de Chiapas y Centroamérica, símbolo de tradiciones culturales y religiosas.

La flor de Candelaria (Guarianthe skinneri), declarada flor nacional en Costa Rica y venerada en festividades mexicanas, ha sufrido una alarmante disminución en su hábitat natural. Su conservación es hoy una tarea urgente ante las crecientes amenazas ambientales y humanas.

Un tesoro natural con raíces culturales

La Guarianthe skinneri, conocida popularmente como flor de Candelaria, es una orquídea epífita nativa del sureste de México y Centroamérica, famosa por su delicada belleza y su profundo vínculo con la celebración de la Virgen de la Candelaria el 2 de febrero. Su floración coincide con esta fecha, lo que la ha hecho una planta muy apreciada en Oaxaca, Chiapas y otras regiones.

Años atrás, extensas poblaciones de esta flor podían observarse en reservas chiapanecas como El Triunfo y el Volcán Tacaná. Hoy, su presencia es cada vez más escasa debido a la tala, incendios forestales, expansión agrícola y extracción ilegal. Actualmente, está catalogada como especie amenazada en la NOM-059-SEMARNAT-2010 y su comercio se regula mediante el CITES (Apéndice II).

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Conservación desde el Orquidiario de Comitán

El Jardín Botánico de Comitán ha asumido un rol clave en la conservación de la flor de Candelaria y otras 150 especies de orquídeas chiapanecas. Con más de 900 ejemplares, el recinto fomenta la conciencia sobre la fragilidad de estos ecosistemas y combate el tráfico ilegal de estas plantas, muchas de las cuales no sobreviven fuera de su ambiente natural.

Chiapas, hogar de más de 700 especies de orquídeas, enfrenta un escenario crítico. Alrededor del 10 % de estas especies están en riesgo. La alta demanda en mercados locales y entre coleccionistas ha impulsado el saqueo de orquídeas desde sus hábitats originales, donde más del 90 % de los ejemplares no sobreviven más de un año fuera de su ecosistema.

El cambio climático, con alteraciones en los regímenes de lluvia y temperatura, también representa una amenaza directa para su supervivencia. Las condiciones específicas que requieren estas orquídeas —como humedad, sombra y sustrato especializado— son cada vez más difíciles de replicar fuera de su entorno.

Proteger a la flor de Candelaria no solo significa conservar una planta; es un acto de respeto hacia la biodiversidad, la identidad cultural y los servicios ambientales que sustentan la vida en la región. Expertos, instituciones, comunidades locales y ciudadanía deben sumarse a los esfuerzos para frenar su desaparición.

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