Chiche y palo blanco: tesoros naturales que engalanan la selva de Chiapas
La primavera chiapaneca se viste de colores intensos con la floración del palo blanco y la majestuosidad del chiche, dos árboles emblemáticos de la región.


Cada año, entre enero y marzo, la selva de Chiapas se transforma con el resplandor amarillo del palo blanco y la imponente altura del chiche, especies nativas que combinan belleza, utilidad y un asombroso mecanismo natural de reproducción.
El esplendor del palo blanco
En la costa de Chiapas, el palo blanco o primavera (Cybistax donnell-smithii) es protagonista de un espectáculo único. Este árbol, que se despoja de sus hojas entre octubre y diciembre, florece con un intenso amarillo en los primeros meses del año, creando paisajes que compiten en belleza con los bosques otoñales del norte del continente.
Su madera, fina y resistente, lo ha convertido en un recurso valioso para la ebanistería, aunque su verdadero encanto radica en el efímero espectáculo natural que ofrece, ya que sus flores duran apenas unos días.
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El chiche y su asombrosa estrategia de vida
El chiche (Aspidosperma megalocarpon) es considerado uno de los árboles más altos de México, alcanzando hasta 35 metros de altura. Aunque sus flores no destacan por su colorido, su singular método de reproducción lo convierte en una especie fascinante: sus semillas, en forma de discos ligeros, vuelan como “platillos” impulsados por el viento, capaces de recorrer hasta un kilómetro para germinar lejos del árbol madre.
Además de su papel ecológico, el chiche es apreciado por la dureza de su madera y por su corteza amarga, utilizada tradicionalmente en el Soconusco como remedio natural contra la diabetes.
Una sinfonía de colores en la selva chiapaneca
La coincidencia de la floración del palo blanco, el roble de tonos morados y el framboyán de matices rojizos, llena de contrastes la primavera chiapaneca, convirtiendo a esta región en un mosaico natural de gran riqueza ecológica y paisajística.
Tanto el palo blanco como el chiche no solo forman parte del patrimonio natural de Chiapas, sino también de su historia cultural, ya que han sido aprovechados por las comunidades locales para la construcción, la medicina tradicional y como inspiración en la vida cotidiana.







