Revolución en el Tri: Aguirre perfila 7 cambios y exige “piel gruesa” para cerrar el año ante Paraguay


Javier Aguirre sacudirá la alineación titular buscando respuestas ante la presión de la afición, apostando por jóvenes promesas como Gilberto Mora y apelando a la fortaleza mental del equipo.
La presión se siente en el ambiente y Javier Aguirre lo sabe. El director técnico de la Selección Mexicana abandonó la sala de prensa del Alamodome en San Antonio no solo con la estrategia para enfrentar a Paraguay, sino con una metáfora literaria bajo el brazo. Portando el libro El Código de la Cultura de Daniel Coyle —un obsequio de Marcelo Bielsa recibido tras el duelo contra Uruguay—, el “Vasco” busca descifrar el secreto del éxito colectivo. El texto plantea que cuando las arañas tejen juntas pueden atar a un león, una analogía que Aguirre intenta implantar en un equipo que acumula cinco partidos sin convencer y con una afición que comienza a impacientarse al grito de “¡Fuera Vasco!”.
Para el último compromiso del año, el estratega nacional no se guardará nada en su intento por cambiar la dinámica. Aguirre ha confirmado que realizará siete cambios en la alineación titular respecto al partido anterior. Esta rotación masiva no es solo táctica, sino una búsqueda desesperada de carácter y personalidad en el campo, elementos que el técnico considera indispensables para trascender rumbo a la Copa del Mundo de 2026.


“Necesitamos piel gruesa”: La exigencia mental del Vasco
Más allá del talento en los pies, Aguirre está priorizando la cabeza. En un entorno que él mismo define como “resultadista”, el técnico fue contundente al señalar que quien no esté listo para el juicio público no sirve para la Selección. “Lo más fácil para mí sería excusarme en pretextos, arbitrajes, decir que los jugadores no me entienden. Pero al final esto da vueltas, la mentira siempre regresa”, sentenció.
El “Vasco” busca un perfil de jugador específico: aquel con equilibrio emocional. “No te pueden dejar con 10 hombres porque la grada se mete contigo o fallaste un gol. Necesitamos piel gruesa, paz mental, porque debemos ser ejemplares para nuestra afición”, explicó. Esta declaración es un mensaje directo al vestidor, dejando claro que la jerarquía se gana con temple y no solo con nombres.
Juventud al rescate: La apuesta por los nuevos rostros
Entre las modificaciones anunciadas, destaca la inyección de sangre nueva. Aguirre se mostró entusiasmado con la aparición de jugadores jóvenes que están “ampliando la baraja de opciones”. Nombres como Obed Vargas, Armando González, Fidel Ambriz y, muy especialmente, el juvenil de 17 años Gilberto Mora, están levantando la mano.
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Mora, quien lleva ventaja para tener minutos importantes o incluso iniciar, representa la esperanza de renovación. “Vienen con una fortaleza mental que se necesita en la selección”, elogió Aguirre. Estos jóvenes tendrán la responsabilidad de cambiar la cara de un equipo que ha sufrido para imponerse a rivales de jerarquía en Sudamérica y Asia recientemente.
Baja sensible y el fantasma de las lesiones
No todos los cambios son por decisión técnica. La Selección Mexicana sufrirá la baja de Hirving “Chucky” Lozano. El mediocampista del San Diego FC presenta una sobrecarga muscular en el muslo izquierdo que lo margina de este encuentro crucial.
La ausencia de Lozano obliga a Aguirre a reajustar su ataque, lo que abre aún más la puerta para que los nuevos talentos demuestren si tienen la capacidad de llenar el vacío de las figuras consagradas en escenarios de alta exigencia.


Un reencuentro histórico: Aguirre y Márquez, 24 años después
El duelo ante Paraguay tiene un tinte nostálgico y cíclico. Hace 24 años, en julio de 2001, Javier Aguirre dirigía su tercer partido al frente del Tri precisamente contra los guaraníes en la Copa América, logrando un empate 0-0. En aquel entonces, un joven Rafael Márquez defendía la central junto a Manuel Vidrio, ayudando a mantener el arco en cero.
Hoy, la historia se repite pero con roles evolucionados. El “Káiser” ya no está en la cancha para defender, sino en el banquillo como auxiliar técnico, aprendiendo y apoyando al hombre que lo dirigió en los Mundiales de 2002 y 2010. Esta dupla técnica buscará, más de dos décadas después, encontrar la fórmula ganadora que le devuelva la calma al proceso mundialista y la fe a la afición mexicana.







