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Nacho Libre, la fe y las luchas que sí importan

El momento rudo - Juan Pablo Rivera

Hay películas que uno ve por primera vez como simple entretenimiento y que, con el paso del tiempo, se transforman en algo más. Nacho Libre es una de ellas. En su momento parecía solo una comedia extraña, exagerada, incluso absurda; hoy la veo como una historia que conecta directamente con la lucha libre mexicana y con todo lo que representa dentro y fuera del ring.

La trama se inspira en la vida de Fray Tormenta, cuyo nombre real es Sergio Gutiérrez, un sacerdote que encontró en la lucha libre una forma de sostener un orfanato. Esa dualidad —fe y máscara— nunca me ha parecido contradictoria. Al contrario, la lucha libre siempre ha sido un espacio donde se canalizan creencias, valores y batallas internas que no siempre se ven, pero se sienten.

En la versión doblada al español, la narración estuvo a cargo de mi papá, el Rudo Rivera. Escuchar su voz en una película tan peculiar no fue un detalle menor. Para muchos, incluido yo, fue un elemento que ayudó a conectar la ficción con un lenguaje familiar, con ese tono que acompañó tantas funciones, tantas noches frente a la televisión y tantas historias alrededor del ring.

Con los años entendí que Nacho Libre no habla solo de luchar por ganar, sino de luchar por convicción. El personaje se cae, duda, se equivoca, pero vuelve a intentarlo. Y eso, en el fondo, es la lucha libre en su forma más honesta: resistencia, identidad y corazón.

Esa esencia no se ha perdido. Hoy existen nuevas formas de contar estas historias. Un ejemplo es Luchatolico, quien utiliza una máscara con el Sagrado Corazón de Jesús como símbolo para evangelizar a través de redes sociales. Su propuesta demuestra que la lucha libre sigue siendo un vehículo poderoso para transmitir mensajes, adaptándose a nuevas generaciones y plataformas, pero manteniendo el mismo fondo: creer en algo y defenderlo.

Desde un sacerdote convertido en luchador, hasta una película que terminó siendo de culto, pasando por nuevas voces digitales, la lucha libre sigue encontrando caminos para expresarse. Al final, el ring no solo es un espacio de combate, sino un reflejo de las luchas personales que todos llevamos encima. Y quizá por eso, historias como Nacho Libre siguen resonando: porque nos recuerdan que algunas batallas no se ganan con fuerza, sino con fe, identidad y corazón.

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