Navidad migrante, llena de nostalgia y esperanza
La Navidad lejos de casa es la realidad de migrantes africanos, cubanos y haitianos, así como de chiapanecos repatriados, quienes comparten el desarraigo y la esperanza de que el próximo año traiga estabilidad.


La Navidad lejos de casa es la realidad de migrantes africanos, cubanos y haitianos, así como de chiapanecos repatriados, quienes comparten el desarraigo y la esperanza de que el próximo año traiga estabilidad.
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Para decenas de migrantes africanos, cubanos y haitianos que permanecen en Tuxtla Gutiérrez en espera de su Tarjeta de Visitante por Razones Humanitarias, esta Navidad no habrá mesa familiar ni abrazos cercanos. Será una fecha marcada por la nostalgia, la incertidumbre y la esperanza de poder regularizar su situación en México y aspirar a una mejor calidad de vida.
Muchos de ellos recuerdan con tristeza cómo celebraban estas fechas en sus países de origen, pero hoy el sueño de un futuro distinto los mantiene lejos de casa. Desde hace varios meses, migrantes provenientes de Cuba, África y Haití fueron trasladados de Tapachula a Tuxtla Gutiérrez debido a la sobrepoblación de la estación migratoria y con el argumento de brindarles una mejor atención.
En albergues, calles y espacios públicos de la capital chiapaneca, hombres, mujeres y familias completas esperan una respuesta de las autoridades migratorias mientras enfrentan el desarraigo en una de las fechas más significativas del año.
A esta realidad se suma la de chiapanecos deportados desde Estados Unidos, quienes también vivirán una Navidad distinta, marcada por el retorno forzado. Uno de ellos es Alexis, un adolescente originario del municipio de Bochil, quien fue detenido durante tres días en el centro de detención conocido como “Alcatraz de los Caimanes”, pese a haber señalado que era menor de edad. Alexis decidió aceptar la repatriación tras enterarse de que su madre, Ana, se encontraba en coma en el Hospital de Alta Especialidad “Gómez Maza”, en Tuxtla Gutiérrez.
“Tenía miedo. Me dijeron que dijera que tenía 16 años para que me sacaran de ahí. No quería separarme de mi familia”, relató.
El menor explicó que, de no haber enfermado su madre, habría continuado intentando regularizar su estancia en Estados Unidos. “Si mi mamá no se hubiera puesto mal, yo hubiera seguido buscando quedarme allá”, confesó.
Alexis permaneció varios meses en un albergue para menores no acompañados en Miami, donde cumplió los 16 años. Ahí realizaba actividades recreativas y recibía visitas breves de su padre, quien no pudo reclamar legalmente su detención por temor a ser deportado también.
Finalmente, fue repatriado a México sin dinero y con miedo, hasta reencontrarse con su familia tras dos días de espera. Al llegar a Tuxtla Gutiérrez, encontró a su madre en estado grave, situación que marcó profundamente su retorno.
“Lo más difícil de Estados Unidos es el trabajo, la renta y extrañar a la familia. Aquí en México es la pobreza, no hay dinero, pero aquí está mi mamá”, dijo.
Hoy, Alexis se encuentra nuevamente con su familia en la comunidad La Laguna, municipio de Bochil, donde esta Navidad tendrá un significado distinto: no de abundancia, pero sí de reencuentro y sobrevivencia.
En Chiapas, miles de historias como la suya se repiten. Migrantes extranjeros y mexicanos retornados comparten una misma realidad: pasar la Navidad lejos del lugar que alguna vez llamaron hogar, con la esperanza de que el próximo año traiga respuestas, estabilidad y paz.





