¿Chinche de cama o besucona? Aprende a identificarlas y prevenir riesgos
Aunque ambas se alimentan de sangre, sólo una representa un peligro para la salud por la transmisión de enfermedades


Las chinches de cama y las chinches besuconas suelen confundirse en los hogares, pero presentan diferencias clave en su apariencia, hábitat y nivel de riesgo. Identificarlas correctamente es fundamental para prevenir afectaciones a la salud y actuar de manera oportuna.
En el entorno doméstico es común que la presencia de insectos genere alarma, especialmente cuando se trata de chinches. Sin embargo, no todas representan el mismo nivel de riesgo. Las chinches de cama y las conocidas como besuconas son especies distintas, con características y consecuencias muy diferentes para las personas.
Las chinches de cama, cuyo nombre científico es Cimex lectularius, son insectos pequeños de forma ovalada, miden entre 5 y 7 milímetros y presentan un color marrón rojizo. No tienen alas y se reproducen con rapidez, lo que las convierte en una plaga difícil de eliminar si no se detecta a tiempo. Suelen ocultarse en colchones, sábanas, sofás, muebles tapizados, grietas de textiles, maletas, ropa y muebles usados.
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Las picaduras de este tipo de chinche aparecen con mayor frecuencia en brazos, piernas y espalda. Provocan ronchas, enrojecimiento y comezón intensa, además de afectar el descanso y generar ansiedad o insomnio. Aunque resultan molestas, no transmiten enfermedades. Un rasgo característico es que las picaduras suelen presentarse en línea o en grupos, y su presencia se delata por pequeñas manchas oscuras en colchones o paredes.
En contraste, las chinches besuconas pertenecen al género Triatoma y son de mayor tamaño, alcanzando más de 2 centímetros de longitud. Tienen el cuerpo alargado, la cabeza estrecha y antenas largas, además de colores oscuros con franjas visibles. Se refugian principalmente en grietas de paredes, techos rústicos, muebles de madera, gallineros o madrigueras de animales.
El nombre popular de estas chinches proviene de su hábito de picar cerca de la boca y el rostro mientras las personas duermen. Su peligro radica en que pueden transmitir el parásito Trypanosoma cruzi, responsable de la enfermedad de Chagas, una afección que puede causar síntomas iniciales como fiebre, cansancio e inflamación en la zona de la picadura, y en su fase crónica provocar daños graves al corazón y al sistema digestivo.
La diferencia entre ambas especies es clara: mientras las chinches de cama representan una plaga molesta que afecta la calidad de vida, las besuconas constituyen un riesgo sanitario serio. Observar su tamaño, forma, el lugar donde se esconden y la zona del cuerpo donde pican es clave para identificarlas y tomar medidas de prevención adecuadas.
Reconocer estas señales permite proteger la salud y el bienestar en el hogar, evitando confusiones que podrían retrasar la atención ante un posible problema de mayor gravedad.





