La celebración del Día de Muertos en Chiapas tiene profundas raíces prehispánicas, heredadas de las culturas Zoque y Maya, donde se conmemoraba la transición de los difuntos hacia el “sueño temporal-astral”, en lugar de celebrarse la muerte en sí. Con la llegada de los españoles, la tradición se enriqueció con elementos católicos, incorporando símbolos religiosos, como imágenes de santos.
El Día de Muertos fue reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2008, lo que destaca su importancia en la cultura mexicana. Esta celebración se centra en honrar a los seres queridos fallecidos, quienes, según la creencia, regresan del más allá para disfrutar de las ofrendas que sus familiares les preparan. Los altares y ofrendas son el elemento central de la festividad, y en Chiapas, estos suelen colocarse tanto en los hogares como en los cementerios, decorados con flores de cempasúchil, velas, papel picado, comida, bebida y otros objetos que tenían significado especial para el difunto.
El Altar Zoque y su significado
El altar, para la cultura Zoque, tiene un profundo simbolismo como puente entre el mundo terrenal y el espiritual. Los altares tradicionales en Chiapas se estructuran en tres niveles, que representan el cielo, la tierra y el limbo, por los cuales deben transitar las almas. Para algunos, estos niveles también simbolizan al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, reflejando la influencia de la religión católica.
Los elementos del altar tienen un significado específico:
- Sal: En el primer nivel, se coloca para purificar el alma de los difuntos.
- Pan de muerto: En el segundo nivel, simboliza la comida terrenal que alimenta el espíritu.
- Fotografía del difunto: En el tercer nivel, junto con otros alimentos, para honrar y recordar a la persona fallecida.
El camino de pétalos de cempasúchil y velas que lleva al altar simboliza la guía para que las almas encuentren su camino de regreso al mundo de los vivos.
Otras tradiciones en Chiapas
Además de los altares, en Chiapas se realizan desfiles de disfraces, especialmente de catrinas y catrines, que terminan en el Parque Central con música de mariachis y bandas para celebrar la vida de los difuntos. En las escuelas, se organizan festivales culturales con obras de teatro, exposiciones de arte y las tradicionales “calaveritas literarias”, poemas humorísticos que recuerdan a personas vivas o muertas.