Chiapas se distingue como uno de los pocos lugares en el mundo donde las lenguas indígenas no solo se conservan, sino que también crecen en hablantes.
Según el historiador Juan Pedro Viqueira, este fenómeno se atribuye en gran medida a la discriminación y explotación histórica que han sufrido los indígenas en la región.
A nivel mundial, más de 6,700 lenguas están en riesgo debido a la falta de hablantes. Sin embargo, en los Altos de Chiapas, tres lenguas indígenas, el tsotsil, tseltal y chol, siguen siendo pilares sociales y continúan en aumento.
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Durante la época colonial, la corona española no incentivó la sustitución de las lenguas indígenas por el español. La imposición del español como lengua dominante solo se intentó tímidamente hacia finales del siglo XVIII, con escaso impacto debido a la baja asistencia de niños a las escuelas.
En Chiapas, el mestizaje fue limitado y la población indígena mantuvo su predominio, facilitando así la conservación de las lenguas originarias. La falta de mestizaje, combinada con la explotación y discriminación, creó un fuerte antagonismo entre las poblaciones indígenas y españolas.
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La rebelión de 1712 en San Juan Cancuc marcó un hito en esta dinámica, generando un conflicto duradero entre los indígenas y la población española. La explotación continua y la discriminación han llevado a que las lenguas indígenas sean el refugio identitario de las comunidades.
A pesar de la llegada de población mestiza a las cabeceras municipales, el nivel educativo superior alcanzado por los indígenas, gracias al Instituto Nacional Indigenista, les permitió mantener su predominio y expulsar a los mestizos en algunos casos. Como resultado, en los Altos de Chiapas, la gran mayoría de la población habla una lengua mesoamericana, transmitiéndose de generación en generación.
Además, la alta tasa de natalidad en estas comunidades contribuye al crecimiento de hablantes de lenguas indígenas, en contraste con la tendencia de disminución observada en el resto de México y Chiapas.
