Las artesanas textiles tsotsiles de Zinacantán, ubicado en la región Altos de Chiapas, enfrentan desafíos al comercializar sus productos en Tuxtla Gutiérrez. Los compradores les pagan un porcentaje muy reducido, entre un 60%, 70% y 80% del valor real de sus piezas, lo que dificulta cubrir los gastos de traslado y alimentos. Por ejemplo, una pieza como el “camino de mesa” que realmente vale mil 500 pesos, es rebajada a mil o mil 200 pesos para atraer a los compradores, quienes incluso suelen pedir aún más descuentos.
El proceso de elaborar un camino de mesa en el tradicional telar de cintura lleva tres días y requiere una inversión de 500 pesos en materiales e insumos. A pesar de la dedicación y esfuerzo que estas talentosas mujeres ponen en su trabajo, se enfrentan a la falta de reconocimiento a su habilidad y capacidad en el taller de la localidad de Nachig.
La entrevistada, Petrona Pérez López, de 39 años, es la tercera generación de su familia dedicada a esta tradición textil. Comenzó aprendiendo bordados y pequeños tapetes a los ocho años, luego adquirió mayores conocimientos en telar de cintura a los diez, y a los quince años ya era experta en esta técnica sin necesitar ayuda o asesoría adicional.
A pesar de las dificultades económicas, la pasión por la artesanía corre por las venas de estas mujeres. Petrona ha aprendido de su abuela y su madre, y se destaca por su habilidad para innovar, experimentar con combinaciones de colores, tejidos y puntos, y perfeccionar los acabados. Aunque no reciben un pago justo, ellas siguen produciendo estas piezas únicas y piden a la sociedad que valore su trabajo y remunere adecuadamente sin regatear los precios.
En su comunidad, junto a su taller, exhiben sus textiles en aparadores. A pesar de que los domingos venden en la plaza central frente a la presidencia municipal o al lado del templo de San Lorenzo, incluso con turistas internacionales, siguen enfrentando las mismas dificultades para obtener un precio justo por su trabajo.
