

Tuxtla Gutiérrez celebra el Día de Muertos con una mezcla de solemnidad y alegría. Entre altares, veladoras y el aroma del cempasúchil, los chiapanecos recuerdan a sus seres queridos mientras disfrutan del pan de muerto y dulces tradicionales de la temporada.
Altares y ofrendas: el corazón del Día de Muertos
En los hogares de Tuxtla, los altares son el centro de la celebración. Fotografías de los difuntos, veladoras, flores de cempasúchil y papel picado se acompañan de platillos típicos como tamales de chipilín, tamales de mole o de frijol, estofado de res, pozol y licores tradicionales. Los dulces de calabaza y camote también son esenciales, simbolizando la llegada de los espíritus a compartir simbólicamente con los vivos.
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Mercados y gastronomía: colores y aromas de la tradición
Durante estas fechas, los mercados de la ciudad se llenan de vida con colores, aromas y sabores de la temporada. El pan de muerto chiapaneco, con su sabor y textura únicos, se convierte en uno de los protagonistas, acompañado de dulces tradicionales que forman parte de cada ofrenda. El incienso y el cempasúchil impregnan la ciudad, creando un ambiente que mezcla respeto, alegría y unión familiar.
Panteones: espacios de recuerdo y unión
Visitar los cementerios es otro elemento central de la festividad. Familias decoran las tumbas con flores y veladoras, comparten historias y recuerdos, y transforman estos espacios en lugares de reflexión y convivencia. Aunque Tuxtla es una ciudad urbana, los rituales mantienen la esencia de la cultura chiapaneca y recuerdan que el Día de Muertos es un homenaje lleno de cariño hacia quienes ya no están físicamente presentes.
Entre altares familiares, mercados llenos de color y reuniones con los seres queridos, Tuxtla revive la esencia del Día de Muertos: una combinación de tradición, gastronomía, música y memoria que une a vivos y muertos a través del recuerdo y los sabores de Chiapas.







